Texto y foto: Juan Moccagatta / jmoccagatta@yahoo.com.ar
Es de noche, es el Bajo Flores, es invierno, es la ciudad de Buenos Aires.
Espero a Verónica en la salida de la estación de subte: me pidió que saque fotos sobre mujeres apaleadas. Ella tiene historia propia: ex prostituta, ex trata, amiga, empleada doméstica y se dedica a denunciar abusos. Pero, esta no es su historia. Llega quince minutos tarde: la patrona la demoró con la sacada de basura.
—Es a dos cuadras—me señala un callejón y caminamos a la 11 11 14: una de las villas miserias más complicadas de la ciudad.
Me cuenta la historia:
—Hace dos meses nos enteramos de que abusaban de una nena de tres años.
Tres años.
Verónica camina rápido, siempre camina rápido.
—La madre calló hasta ahora: el padre violaba a la nena (¿o una beba?) y ella tenía miedo de las golpizas. Pero un día habló, y se formó este grupo.
Llegamos: un viejo local que parece abandonado. Adentro un puñado de mujeres víctimas de violencia coordinado por una de las tantas ONG que se dedican a ayudar.
Verónica dice:
—En algunas reuniones son tantas que ni las cuento. Vienen asustadas y la mayoría no vuelve más. Casi siempre prefieren callar.
Soy el único hombre: todas me miran con espanto en los ojos. La coordinadora me pide que me vaya.
—No pueden ver a un hombre, entiendo tu buena intención, pero no sos bienvenido.
Salgo, me voy. Verónica se queda para ayudar. Desde el otro lado de la calle, con el celu, sacó una foto de mierda que no dice nada, dice mucho.
Según la ONU en Argentina cada día 60 mujeres son víctimas de abuso: 22.000 por año. Se estima que en él mundo 736 millones de mujeres (1 de cada 3) son víctimas de violencia física o sexual. Menos del cuarenta por ciento de las mujeres abusadas busca ayuda. Los análisis de Big Data dicen que las consultas sobre violencia en pleno COVID se incrementaron notablemente.
Foto
Frente de un local anónimo donde se juntan un puñado de mujeres víctimas de la violencia de género. En el Bajo Flores, Villa 11 11 14, Buenos Aires, Argentina. 2021.